NUESTROS MEJORES DESEOS ESTA NAVIDAD

Adoració dels pastors, Joan Grau (escultor), 1642

Si nos preguntamos por el sentido de la navidad, podríamos hacer una larga lista de motivos que se dan para celebrar estos días. Unos dirán que son días de fiesta y de merecido descanso.

Otros, dando un paso más, nos comentarán que la Navidad es un momento de magia, ilusión y una oportunidad para estar en familia,  para compartir, para vivir estos pequeños momentos de felicidad.

Los cristianos, sin desdeñar los motivos anteriores, afírmanos que durante estos días celebramos un acontecimiento que no solo sorprende sino que, además, nos descubre el sentido del mundo, el sentido de nuestro vivir. Celebramos el nacimiento del Hijo de Dios en Belén de Judá

Por ello os invitamos a fortalecer el sentido cristiano de la Navidad, viviéndola con hondura, autenticidad y verdad. El Dios que se hace niño lo es todo para nosotros. Por ello, hemos de anunciarlo y compartirlo; en primer lugar, con nuestras familias, pues ya hemos comentado muchas veces la centralidad en este oratorio de la familia; pero también con nuestros conciudadanos, pues Él nos trae la paz, la alegría, la esperanza y el sentido a este mundo, el futuro y la esperanza, no solo para unos pocos, sino para la humanidad entera.

Vivir la Navidad en el hogar. Pocas ocasiones unen más a las familias que estos días entrañables. No os olvidéis de poner el Belén familiar por sencillo que sea. Instaladlo con vuestros hijos, al mismo tiempo que les explicáis el sentido más genuino de esta representación plástica de los misterios de la encarnación, nacimiento y manifestación del Señor. No nos olvidemos de los villancicos en nuestras reuniones familiares que son oraciones que se dirigen al portal de Belén.

 

Y un breve comentario, que oí el otro día: vivid la Navidad desde la Eucaristía. Entre Navidad y Eucaristía hay un nexo muy estrecho. En ella el Salvador, encarnado en el seno de María, continúa ofreciéndose a la humanidad como fuente de vida divina. El Señor que vino al mundo hace 2.000 años, sigue viniendo cada día sobre el altar, el mejor y más verdadero Belén. Aprovechad estos días para pasar largos ratos acompañándolo y admirando el misterio de su amor y de su entrega por nosotros. Este trimestre han pasado muchas personas, jóvenes, por nuestras adoraciones eucarísticas. Y seguiremos adorándole en el Belén en este movimiento que va del nacimiento a la Eucaristía y de la Eucaristía al nacimiento.

Qué bueno sería que en estos días finales de Adviento todos nos preparáramos para acoger al Señor en nuestros corazones recibiendo el sacramento de la penitencia, que es el sacramento de la paz, de la alegría, del reencuentro con Dios y que nos predispone a la Eucaristía.

Huid del derroche y del consumismo que esconden el misterio de la Navidad y son una afrenta para los miles y miles de hermanos nuestros que están sufriendo las consecuencias cruentas de la guerra, la crisis económica y el paro. No podemos plegarnos sin más a los reclamos publicitarios. Vivid unas Navidades austeras, pues la alegría auténtica no es fruto de las grandes cenas ni de los regalos ostentosos. Nace del corazón, de la conciencia pura y de la amistad con el Señor. En este año, más que nunca, vivid también unas Navidades solidarias y fraternas. Prescindid incluso de algo necesario para compartirlo con quienes nada tienen. Procurad buscar algunos momentos en estos días para visitar enfermos, ancianos o necesitados. En ellos está el Señor, que nacerá en nuestros corazones y en nuestras vidas si lo acogemos en los pobres y en los que sufren.

Vivir la navidad con un corazón abierto, con los mejores deseos para aquellos que no creen en el misterio que celebramos, para quienes también nace el Señor. Para todos, ¡Feliz y santa Navidad!