
“Para llevar adelante una familia es necesario usar tres palabras. Quiero repetirlo, tres palabras: permiso, gracias y perdón”
(Papa Francisco, palabras a la familias durante la peregrinación a la tumba de San Pedro, 26 de octubre de 2013).
“En el padrenuestro decimos ‘Danos hoy nuestro pan de cada día’. Los esposos pueden rezar así’: ‘Señor, danos hoy nuestro amor de todos los días…. enséñanos a querernos’”
(Papa Francisco, Plaza de San Pedro, 14 de febrero de 2014).
1. ¿Qué es amar?
El amor es un regalo, no se puede comprar. Amar es abrir tu corazón a los demás. Es compartir, relacionarte con los otros. Escuchar, sonreír, servir, perdonar. Es vivir la alegría de la entrega, del encuentro. Familia, amistad, solidaridad.
Educar es enseñar a amar. Desde pequeño. Para crecer, superar el individualismo y madurar. La felicidad es amar y saberse amado, seas casado o soltero. No aislarse. Existen diferentes formas de amar: amor paterno, filial, fraterno, de amistad o matrimonial.
2. ¿Qué es el amor matrimonial?
Algo maravilloso. Una persona se entregue a otra totalmente. En una entrega recíproca. “Soy todo tuyo. Te pertenezco. Si eres feliz yo soy feliz. Te entrego mi corazón. Quiero compartir el resto de mi vida contigo y formar una familia. Pasar de un yo y un tú a un nosotros. Quiero que seas el padre o la madre de mis hijos. Y acogerlos como un don, fruto de nuestra entrega”.
Imagina una pirámide con tres niveles. Atracción física (me gustas), enamoramiento (te quiero) y amor personal (te amo). El enamoramiento, como la atracción, no exige esfuerzo, es pasajero, idealiza al otro y es inestable como todo sentimiento. El amor esponsal, la boda, es un acto de la voluntad, una elección, un compromiso con la persona entera; es el amor verdadero y completo.
3. ¿Se puede amar a alguien toda la vida?
Sí, con esfuerzo. Amar es algo vivo, como cuidar un jardín. Cada persona es única, irrepetible, inagotable. Su vida es biográfica. No es la misma de hace dos años. La relación de amor perdura, pese a los cambios personales o de circunstancias. Amar es dar y darse.
El amor verdadero anhela ser para siempre, superar el tiempo. Madura, pasa por diferentes etapas. En cambio, lo físico, como el misterio de una cueva al investigar sus galerías, se acaba.
Amar, como bailar o cantar, exige entrenamiento y aprendizaje.
4. ¿Cómo vivir bien el noviazgo?
La mejor preparación es amar cada día más a tu familia y a todos, crecer en virtudes, no encerrase en una relación. Es un tiempo de prueba. Para conocerse y conocer al otro. De cara a vuestro posible matrimonio. Manteniendo la libertad, sin un compromiso definitivo. Conviene hablar de todo. Con sinceridad. Familia, trabajo, amistades, creencias, números de hijos, educación, dinero, vacaciones. Conocer a alguien exige bastante tiempo. No es una relación superficial. El otro no cambiará. Es verle alegre, enfadado, triunfador, derrotado. Saber qué opinan de él o ella su familia, amistades y compañeros de trabajo. El enamoramiento, que es necesario, idealiza la realidad. El amor verdadero es objetivo, sin que desaparezca el enamoramiento.
5. ¿Las relaciones prematrimoniales ayudan a conocerse mejor?
No. El amor sin compromiso deja insatisfecho. La relación personal se polariza en el sexo. Crea inseguridad, por miedo a perder al otro. El cálculo sustituye al amor. Se pierde libertad, para decidir sereno, sin coacciones. El amor a prueba no respeta las etapas naturales del amor, dificulta el verdadero amor. Las estadísticas prueban que sin autocontrol peligra la estabilidad y fidelidad futura. La entrega de la intimidad sexual necesita un compromiso certero.
6. ¿Qué es el consentimiento matrimonial?
Es la voluntad, expresada por un hombre y una mujer, de entregarse mutua y definitivamente, con el fin de vivir una alianza de amor fiel y fecundo. Es lo único que puede convertirlos en esposos. Ese compromiso de exclusividad y estabilidad, libre y consciente, es indispensable e insustituible. El consentimiento origina el vínculo conyugal, indisoluble hasta la muerte, y bendecido por Dios.
La convivencia de hecho, etc., sin ese compromiso definitivo, son otra realidad, y limitan el amor verdadero, ya que no existe ese compromiso de por vida.
7. ¿Cuáles son los fines del matrimonio?
El bien de los cónyuges. Se casan para ser felices, por amor, y para amar. Y la procreación y educación de los hijos, formar una familia.
8. ¿Existe el matrimonio perfecto?
No. Soñar con un amor ideal, perfecto, hace mucho daño. Es irreal, inhumano. Produce frustración. El matrimonio, la familia, la amistad, educar los hijos, es algo muy bonito y real. Éxitos, fracasos, experiencia, risas, aburrimiento, desánimo. Alegrías, sufrimientos. La vida es un reto, cuesta. No te compares con nadie. Haced lo que podáis. Y reíros mucho. Vuestro matrimonio será único y por tanto original y auténtico.
9. ¿Cómo mantener vivo el amor conyugal?
Céntrate en lo que el otro hace bien. Cultivad intereses comunes. Pedid perdón y perdonaos. Sed sinceros y confiad. No regañéis en público. No os acostéis enfadados. Sed agradecidos. Rezad juntos y el uno por el otro. La humildad mutua asegura el amor. Mira a tu cónyuge como Dios lo mira, con el amor y la misericordia con que Él lo mira.
El amor debe crecer, renovarse. Amar no es soportar al otro, es quererle como es. Es sumar, complementarse, formar equipo, compartir cualidades. Cuidad los pequeños detalles diarios. Sonríe, escucha, pregunta, sirve. Manifiesta tu cariño. Abrazos, besos, alabanzas. Evita molestar, intenta agradar. Cuidad el aspecto personal. Y mucha paciencia y risas.
Los hijos no deben desplazar la relación de pareja, que es la base del matrimonio.
10. ¿Cómo superar una crisis matrimonial?
Descansa, te cambiará la cara. Desconecta, verás todo de otra manera. Iros un fin de semana, para hablar solos, tranquilamente. Para disfrutar y recuperar la comunicación. Intercambiad opiniones, expectativas, en un tono positivo, constructivo. Rezad y haced oración: ¿qué espera Dios de mí, de nosotros? El orgullo mata el amor, la humildad lo salva. Las relaciones de amistad con otros matrimonios también ayudan.
Discutir es normal, pero con delicadeza. Escucha, no interrumpas, intenta comprender al otro, buscad soluciones, sin recordar conflictos del pasado. El hombre y la mujer, iguales en dignidad, piensan, sienten y actúan de modo distinto, se complementan y enriquecen. Recordar esto evita muchos equívocos.
Recordad los buenos momentos. No os equivocasteis. El amor te hizo ver lo bueno del otro que los demás no veían. El regalo eres tú, mejora en cariño, alegría, servicio. ¿En qué debo cambiar yo, ahora, para revitalizar el cariño? Vive de esperanza.
El derecho a ser feliz es proteger lo que más amas, no destrozar tu corazón. Piensa en cómo se sentirá el otro y serás más amable. Si necesitáis ayuda, acudid a un profesional de la reconciliación. Vale la pena. Seréis felices.
11. ¿Los hijos ayudan a quererse más?
El acto conyugal es unitivo y procreativo. Une más a los esposos y origina nuevas vidas. Cada hijo es un regalo, único, irrepetible, original. Es fruto del amor. Es una fuente de felicidad, que exige sacrificios.
Pero vuestra relación de pareja continúa siendo lo primero. Es la base de la familia. No la descuidéis, es el mejor regalo para los hijos.
12. ¿Qué decir de un matrimonio roto?
Los que se casan demuestran una gran capacidad de amar. No se casan para separarse o divorciarse. Después, la vida puede complicarse. Cada pareja es un misterio y nadie les juzga.
Amar a alguien no es solo sentir satisfacción, por su presencia y trato. Es desear su bien y felicidad. Y eso comporta sacrificio personal. Pese a la fragilidad humana, mantén el compromiso. Ser fiel es mantener vivo el amor. Eres libre, puedes amar y perdonar. Y ante heridas difíciles, reza.
Lo ideal sería reconstruir la convivencia. Por los esposos y por los hijos, que son los que más sufren. Salvo que la reconciliación sea imposible o el matrimonio nulo.
13. ¿Qué peligros amenazan al matrimonio?
La cultura individualista olvida que sin relaciones con los otros no creces como persona. No somos islas. El pecado dificulta la armonía, la comunión entre el hombre y la mujer. Discordia, espíritu de dominio, infidelidad, celos, conflictos, odio, ruptura. El paro, la enfermedad o la familia del cónyuge también pueden ser un reto. El peor enemigo del amor es el orgullo. Pero la gracia de Dios es superior.
14. ¿Qué novedad aporta Cristo al Matrimonio?
Jesús restablece el matrimonio querido por Dios desde el origen. Uno con una y para siempre (Mt 19, 3-9, Mc 10, 1-12). Y da la gracia para vivirlo en su nueva dignidad de sacramento. Es signo del amor esponsal de Cristo hacia su Iglesia.
15. ¿Qué es el sacramento del matrimonio?
Un sacramento, algo que santifica. Un punto de encuentro con Dios. Es un proyecto de vida en común, entre un hombre y una mujer. Una íntima comunidad de vida y amor. Dios os ayuda a hacer realidad ese sueño de felicidad, de amaros y formar una familia.
Entre bautizados solo es válido el matrimonio que sea sacramento, no el civil, que carece de la gracia sacramental. No rechacéis esa ayuda del cielo. El amor humano es maravilloso y frágil.
16. ¿Qué añade el sacramento al amor humano?
Todo matrimonio es una vocación, un camino de santidad. El matrimonio cristiano, además, es un sacramento. Casarse por la Iglesia no es cuestión de papeles. Recibes una ayuda especial de Dios. Para asegurar tu amor y superar los retos de la vida matrimonial y familiar. Como el parabrisas de un coche, que es un cristal reforzado, más resistente.
17. ¿Qué efectos produce el sacramento del matrimonio?
El consentimiento matrimonial crea un vínculo perpetuo y exclusivo. El sacramento refuerza ese vínculo natural. Y da a los esposos la gracia para santificar la vida conyugal y la educación de los hijos.
El matrimonio rato (celebrado, boda) y consumado (acto conyugal) es indisoluble por ley de Dios.
18. ¿Qué es una nulidad matrimonial, una separación y un divorcio?
Matrimonio nulo. Pese a las apariencias, fue inválido, nunca existió. Por falta de intención (casarse para siempre, fiel, abierto a los hijos), libertad (engaño, coacción) o capacidad (inmadurez, enfermedad psíquica). La Iglesia no anula el matrimonio, declara que fue nulo.
Separación. Los esposos ya no viven juntos, aunque siguen casados. La convivencia era muy difícil o peligrosa, para los esposos o los hijos, por violencia física o psicológica; o por grave infidelidad matrimonial. No utilices a los hijos para atacar al otro. Y fomenta la esperanza de la reconciliación. Eres libre, puedes amar y perdonar siempre.
Divorcio. Si un divorciado se vuelve a casar civilmente, no respeta el vínculo conyugal anterior. La Iglesia, fiel al Señor, no puede reconocerlo. Le invita, con afecto, a una vida de fe, oración, obras de caridad y educación cristiana de los hijos. Su situación objetiva contrasta con la ley de Dios. Por eso, como otras personas, no puede recibir la confesión, la eucaristía o ejercer ciertas responsabilidades eclesiales. Como hijo de Dios, forma parte de la Iglesia y puede ser ejemplo de muchas cosas.
19. ¿Qué espera Dios de la familia?
Dios es una familia, una comunión de Personas, no un ser solitario, aburrido. Nos ha creado a su imagen y semejanza. Puedes relacionarte con todos. Y Dios es Amor. Eres libre para amar, no eres una piedra. La familia es una escuela de amor. Recibes amor y aprendes a amar. Te aman por lo que eres, no por lo que tienes.

Para saber más:
- “Amoris laetitia”, del Papa Francisco, 2016, sobre el amor en la familia > Pulsar aquí
- El Matrimonio en el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica: preguntas 337 – 350 > Pulsar aquí