¿Porqué te escondes tanto?

¿Porqué te escondes tanto Señor Jesús?¿Porqué te gusta tanto esconderte? a veces me gustaría que fueses un poquito más evidente. Escuchar claramente tu voz, ver tu sonrisa luminosa, el brillo de tus ojos.

Si viéramos con nuestros ojos tu cuerpo glorioso Señor, tu cuerpo resucitado, se habrían acabado, ya, todos los problemas de fe. Pero parece que a Tí, Dios mío, te gusta esconderte. Tú, Jesús, fuiste niño y seguro que te encantaba jugar y me parece que tu juego favorito era, y sigue siendo, el escondite. Eres un Dios escondido Jesús, ¿Porqué te gusta tanto esconderte?

Te escondes primero en el vientre de una muchacha de una aldea perdida de la que jamás nadie pensaría que podría salir algo bueno y después, siendo Dios, te escondes en un niño indefenso. Y siendo Rey, para que nadie sospeche, en lugar de en un palacio, naces en un establo. Y juegas también al escondite con los Magos, cuando están a punto de llegar, les escondes la estrella.

Otras veces, te tienes que esconder a la fuerza y te escondes en Egipto para huir de Herodes. Cuando tienes 12 años, juegas al escondite con tus padres que tardan tres días en encontrarte, Señor ¿Porqué te escondes tanto, porque te gusta tanto esconderte?

Después, ya en tu vida pública, te sigues escondiendo, primero 40 días en el desierto, más tarde, por las mañanas, te escondes para estar a solas con tu Padre Dios. Dicen de Tí los evangelios: se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca y al encontrarlo le dijeron: todo el mundo te busca.

En otra ocasión te quieren apedrear y también te escondes. Eso es un poquito más lógico, que te escondas para evitar que te apedreen.

Multiplicas los panes y te quieren hacer Rey y narra de nuevo el evangelio de Tí que: Jesús sabiendo que iban a llevarselo para proclamarle Rey se retiró otra vez a la montaña, Él solo.

O acudes a la fiesta de las tiendas “non manifeste, sed quasi in occulto”, no abiertamente sino a escondidas. Y en el calvario se esconde totalmente Tu divinidad ¿quien va a sospechar que es Dios un delincuente que está clavado en una cruz?

Y después de tu resurrección, Jesús, sigues jugando al escondite, María Magdalena no te reconoce y te confunde con el hortelano; los discípulos de Emaús piensan que eres un forastero que no te has enterado de nada. Y tampoco te reconocen los discípulos que han ido a pescar con Pedro. Se lee en el evangelio: los discípulos no conocieron que era Jesús.

Señor ¿porqué te escondes tanto? ¿porqué te gusta tanto esconderte? y la verdad es que no lo sé, pero se me ocurre que quizá la respuesta la podemos encontrar en unas palabras tuyas precisamente cuando dices: “pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá“.