Un curso para crecer juntos

Tengo que decir que lo de un nuevo curso es casi una incongruencia, porque en Bonaigua, en julio y agosto, no hemos parado ni solo día. Y cuando digo no parar, no me refiero solo a que las puertas de nuestra iglesia han estado abiertas todo el tiempo, sino a que durante estos dos meses hemos atendido a los fieles sin pausa. Hemos podido comprobar cómo la sed de Dios no tiene momentos determinados, y que también el verano es una buena época para descubrir lo mucho que nos quiere Dios.

Querría destacar unos puntos para este apasionante curso que vamos a iniciar.

Continuar con nuestro proyecto evangelizador. La evangelización forma parte de la identidad más profunda de la Iglesia. Una misión que todo cristiano, por virtud de su Bautismo, ha de tener en su vida. Querríamos que todos hiciéramos una amplia y profunda reflexión sobre la urgencia de la evangelización en el mundo actual, los ejemplos y la constante llamada del Papa Francisco en las catequesis de este año, en las que, sucesivamente, ha puesto ante los ojos de los bautizados diversos ejemplos de santidad y evangelización (https://opusdei.org/es-es/page/del-papa/). Y también, profundizar sobre algunas líneas evangelizadoras de nuestro queridísimo Papa Benedicto XVI, fallecido hace unos meses, en tres órbitas: la razón, el arte y la belleza, y la cultura y el diálogo (https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/homilies/2011/documents/hf_ben-xvi_hom_20111016_nuova-evang.html).

Y siempre, teniendo presente que esta es labor que atañe de modo particular a los laicos, que sois la realidad viva de Bonaigua, porque a vosotros, como enseña el Concilio Vaticano II, corresponde iluminar y organizar los asuntos temporales en los que intervenís, de manera que se realicen según el espíritu de Jesucristo, y sean para la gloria de Dios y el bien de los demás. Si os esforzáis por identificaros con Cristo, los laicos santificaréis el mundo desde dentro, difundiendo el mensaje del Evangelio y contribuyendo al progreso humano de la sociedad. Asumiréis así el papel de protagonistas en el desarrollo de la misión de la Iglesia desde el taller, la oficina, el quirófano de un hospital, el colegio y el resto de escenarios en que los que transcurre la jornada de cada uno.

Los jóvenes. Me decía una persona que asistió a la Eucaristía el último día de agosto. “¡Pero si la iglesia estaba llena de jóvenes, y eso que todavía es agosto!” Qué duda cabe que la reciente Jornada Mundial de la Juventud ha sido un impulso para tantos miles de jóvenes. Subrayaría dos puntos de lo que el Papa les ha dicho: Solo el amor de Jesús es gratuito. Otro mensaje de Francisco que sonó con claridad fue la gratuidad del amor de Jesús, en un mundo donde todo lo demás se compra. El obispo de Roma, durante un discurso muy dialogado con los jóvenes durante la vigilia, quiso pedir también a los más de un millón de chicos y chicas reunidos ser solidarios, como la Virgen María, y criticaba el individualismo y el cáncer de la indiferencia.

En tercer lugar, con el Papa Benedicto queremos recordar que los cristianos somos apasionados de la verdad. En un mundo que quiere sustituir la verdad por el consenso, seguiremos aportando nuestro granito de arena con nuestras actividades tendentes a profundizar en la verdad. Un ejemplo: en los Coloquios de Bonaigua abordaremos temas tan interesantes como la difusión de la fe y de la verdad, en un contexto de diálogo y de escucha. Estudiaremos cuestiones referentes al género y a la defensa de la vida. El arquitecto jefe de la Sagrada Familia nos hablará de cómo la verdad nos lleva a Dios. Y, cómo no, profundizaremos en la figura de Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, en su caminar por los santos lugares.

Adoración. En pleno siglo XXI hay un resurgir de conversiones. Cuando se oye el testimonio de alguno de estos conversos, escuchas cómo, en muchos, la adoración Eucarística ha jugado un papel clave. “En las horas que me he pasado delante de la Eucaristía me he planteado muchas cosas”, decía uno. Queremos seguir impulsando la adoración eucarística específica de los viernes, y de todos los días, porque el Señor nos espera de continuo en el Sagrario.

Familia. Bonaigua siempre ha sido una iglesia de familias para las familias. Podría extenderme mucho, pero prefiero sintetizarlo en una anécdota. Me decían unos padres con tres niños de 3, 2 años y 6 meses: “¿no le han molestado en Misa los chillidos de nuestros niños?” Les contesté que cuando hay personas que hablan o no se comportan bien, cosa que ocurre muy pocas veces, sí que me distraigo. Pero que el ruido de los niños me ayuda a rezar, como a Jesús en el Evangelio. Eso lo habéis descubierto muchas familias que sabéis que podéis aprovecharos de todos los medios que brinda Bonaigua y que podéis venir aquí con o sin niños.

No dejéis de apoyarnos en estas tareas tan apasionantes. Que Santa María de Bonaigua, cuya imagen ya está en la fachada, nos proteja a todos.

Javier Palos.